Permítasenos traer aquí a este modesto pájaro que si destaca por algo es por ser uno de los más frecuentes en nuestros sotos de ribera, humedales con carrizos, acequias con tamarices o como el caso de Salburua, saucedas o hileras de viejas zumas, con canto corto, ruidoso, estridente e incansablemente monótono. Pero si es fácil saber de su presencia, es también un pajarillo difícil de observar, se mueve con agilidad y nerviosismo entre las ramas y lo mismo trepa con ligereza que se escurre por las partes más próximas al suelo desparasitando tallos y picoteando el envés de las hojas jóvenes.
Ruiseñor bastardo anillado
A este pájaro se le puede oír a lo largo de todo el año aunque por supuesto es ahora cuando se le detecta con extraordinaria facilidad. Residente, sedentario y territorial, no se ha podido demostrar sus desplazamientos porque todas las recuperaciones se realizan en el mismo lugar de su anillamiento. Suponemos que siempre se pueden defender estas maniobras de marcaje en aras a un mayor conocimiento de las especies, pero en el caso del Ruiseñor bastardo el esfuerzo para encontrar una defensa que lo justifique es agotador.
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