miércoles, 8 de octubre de 2008

Cosas del Martín pescador (Manu Chapa)

He pasado un par de semanas en San Sebastián con un record digno del "Libro ese de excesos que hay en inglés" como dice Javier Krahe en una de sus canciones: no he tenido que sacar el paraguas ni un minuto en tan larga estadía. Naturalmente echaremos la culpa al cambio climático, que para eso está.Os mando la primera entrega de "Txingudi en septiembre" a ver si os gusta.
Son ocho fotos sacadas en las que el protagonista es un Martín Pescador activo y confiado. Estaba a lo suyo y no le importaba la cercanía -relativa- de viandantes, aunque sí de sus perros con los que no se llevaba nada bien. La luz era escasa y forzó velocidades bajas por lo que las fotos salen oscuras y algo movidas en las escenas de acción. Pero creo que es una bonita suite de este bello y preciso comepeces.Foto 1: presentación del personaje




Fotos 2 y 3: el Martín Pescador ojea la zona de pesca perchado en unas rocas sobre el agua. Su concentración es la de un cazador buscando a su presa. Mueve la cabeza de un lado a otro. Si no ve nada interesante, cambia de lugar. Cuando divisa algún pez a tiro se queda inmóvil y fija su mirada en él.



Fotos 4 y 5: de pronto vuela y se zambulle a velocidad de vértigo. Retorna a las rocas con un pececillo en su pico, que para él es enorme. Mueve la cabeza con violencia de un lado a otro y de arriba abajo, a veces golpeando a su presa en la roca. Cuando le atonta la va acomodando (delicada maniobra) en sentido paralelo a su pico, para engullirla entera, no sin cierto esfuerzo, y, para mí, enorme mérito. Su esófago debe tener una capacidad de dilatación imponente pues el pez (un "panchito") mide un tercio de la estatura de su cazador.






Fotos 6 y 7: Tarda un poco en llegar al estómago. Cuando se siente saciado descansa un ratito y enseguida cambia de percha para digerir al bicho. Entonces es cuando se le observa más quieto, como disfrutando de la sobremesa. Delante de él, el Bidasoa, convertido ya en casi mar, debe parecerle una inmensidad líquida que seguirá explotando para sobrevivir de cara al invierno. En esta última foto se ve bien: una bola de color, con su arma letal y puntiaguda recortada sobre el agua gris de un estuario oscuro y la roca que le sirve de acomodo, mirador y trampolín.





Una leyenda no urbana cuenta que, cuando no se les ve, los martines tienen la costumbre de tumbarse en superficies planas a tomar el sol. Lo hacen para charlar de sus cosas, ponerse morenos, es decir más bonitos todavía y descansar un rato. Por supuesto es una trola, nadie les ha podido observar, ni mucho menos fotografiar en tal postura, pero yo me he imaginado la escena y con un potente zoom psicológicoanalíticodescriprivo interior de marca NIKONTIGONISINTÍ (comprado en un "chino" por 10 euracos -además te regalan un gato de plástico, muy bonito, con ojos que brillan en la oscuridad-) logré tomar la foto de mi propio pensamiento y así os la muestro a ver que os parece.(Foto 8):


(Nota aclaratoria del blog: Colocados los Martines pescadores decúbito supino durante el proceso de anillamiento, se quedan tranquilos en esta posición e incluso parece como si se echaran una siestecilla, sin que sea necesario ninguna sujeción adicional).

Copyright: Manu Chapa

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