A lo largo de la historia nuestra tierra ha sido considerada rica y no por sus recursos naturales (más bien escasos), sino por el trabajo y tesón de sus gentes. Nuestro desarrollo económico se apoyó al principio en la ferrería y la forja y algo más tarde en la fabricación del papel. Las dos actividades usaron la bondad de nuestros cursos de agua para conseguir el marchamo de calidad por el que se nos conoce.
Todo esto ha tenido un costo medioambiental que solo ahora sabemos valorar.
En los últimos años, se ha hecho un esfuerzo enorme en la regeneración de nuestros cursos fluviales y no hay que demostrarlo porque está a la vista, pero aunque los parámetros químicos que miden la calidad de las aguas son buenos, falta mucho por hacer para que las poblaciones animales de nuestros ríos vuelvan a ser lo que eran.
Todo esto ha tenido un costo medioambiental que solo ahora sabemos valorar.
En los últimos años, se ha hecho un esfuerzo enorme en la regeneración de nuestros cursos fluviales y no hay que demostrarlo porque está a la vista, pero aunque los parámetros químicos que miden la calidad de las aguas son buenos, falta mucho por hacer para que las poblaciones animales de nuestros ríos vuelvan a ser lo que eran.
Si existe un pájaro que con su sola presencia avala la recuperación de un curso de agua ese es el Mirlo acuático.
Este pájaro nervioso y más bien silencioso, del tamaño del Mirlo común de los parques y jardines, ha sufrido mucho con la contaminación de nuestros cursos de agua y ha tenido que retroceder y refugiarse en las cabeceras menos humanizadas. Buen buceador, se alimenta de las larvas de insecto, crustáceos y moluscos que captura bajo las piedras de los cauces, en los rápidos y torrenteras. Exige un agua limpia, transparente, bien oxigenada y rica en invertebrados.
Construye sus nidos cerca de los cursos de agua y a veces dentro de ellos, buscando oquedades y raíces ribereñas, en donde oculta un nido globoso acolchando su interior con musgos y hojas secas de roble. Migra a lo largo del año, aguas arriba y abajo dentro del mismo curso de agua.
Nuestra subespecie Cinclus cinclus pyrenaicus tiene la parte superior de la cabeza y nuca de un color pardo oscuro, a diferencia del resto de las europeas que presentan un plumaje negro brillante.
SEO/BirdLife Donostia lleva a cabo un censo de Mirlo acuático en los cursos de agua guipuzcoanos, que permitirá detectar los tramos fluviales más adecuados para emprender una próxima campaña de apoyo a la recuperación de las poblaciones de esta especie.
Copyright: Ramón Elosegui
Este pájaro nervioso y más bien silencioso, del tamaño del Mirlo común de los parques y jardines, ha sufrido mucho con la contaminación de nuestros cursos de agua y ha tenido que retroceder y refugiarse en las cabeceras menos humanizadas. Buen buceador, se alimenta de las larvas de insecto, crustáceos y moluscos que captura bajo las piedras de los cauces, en los rápidos y torrenteras. Exige un agua limpia, transparente, bien oxigenada y rica en invertebrados.
Construye sus nidos cerca de los cursos de agua y a veces dentro de ellos, buscando oquedades y raíces ribereñas, en donde oculta un nido globoso acolchando su interior con musgos y hojas secas de roble. Migra a lo largo del año, aguas arriba y abajo dentro del mismo curso de agua.
Nuestra subespecie Cinclus cinclus pyrenaicus tiene la parte superior de la cabeza y nuca de un color pardo oscuro, a diferencia del resto de las europeas que presentan un plumaje negro brillante.
SEO/BirdLife Donostia lleva a cabo un censo de Mirlo acuático en los cursos de agua guipuzcoanos, que permitirá detectar los tramos fluviales más adecuados para emprender una próxima campaña de apoyo a la recuperación de las poblaciones de esta especie.
Copyright: Ramón Elosegui
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