Dicen que el frío no existe, que en realidad es ausencia de calor. Pues habrá que decir que estos días estamos notando una notable ausencia de calor, ya sea esta siberiana o eurosiberiana, los termómetros más parecen indicadores económicos.
Estas olas de frío continental provocan un efecto en las aves conocido como “fugas de tempero”. Dicho llanamente, las condiciones metereológicas en Europa obligan a las especies invernantes a moverse en busca de latitudes más templadas. Las espesas capas de nieve y los hielos les impiden acceder a sus alimentos y las bajas temperaturas exigen un mayor aporte energético. No queda otro remedio que irse a otro lado, en este caso hacia nuestro territorio que, por duro que se nos muestre el invierno, es más suave que allí.
Ya días atrás se comprobó cierto incremento del número de algunas especies de aves, como anátidas y algunos paseriformes. Luego han ido tomando protagonismo otros como los misteriosos Alcaravanes, los Chorlitos dorados y las coherentes Avefrías. Decimos coherentes porque por algo llevan ese nombre. No se trata de un censo ni extensivo ni exhaustivo, solo una pequeña muestra de lo que hemos visto, y estamos viendo.
Tampoco los residentes, ni los invernantes que ya estaban con nosotros, se escapan a los rigores de la estación. No queda otra que compartir y disputar el vital alimento con propios y extraños. A nosotros, constatar este ciclo de sus vidas, aprender acumulando experiencia, sensibilizarnos antes sus necesidades y, cómo no, disfrutar de su presencia.
Tarros en vuelo sobre la marisma, Chorlitos dorados con moteados áureos, norteños Zorzales alirrojos, Mirlos con pose de Urogallo, Avefrías sobre la gélida escarcha, compartiendo con los Estorninos el tibio sol de invierno o en luminosas voladas, Fochas sobre la placa de hielo en Plaiaundi o los encopetados Herrerillos capuchinos, son solo una muestra e ilustración de esto que os contamos hoy, que el tema da para próximas entradas ya que hay mucho para contar.
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