domingo, 29 de enero de 2012

SALBURUA 25 de enero 2012


Cualquier excusa es buena y como había que recoger material divulgativo para la mesa del Día Mundial de los Humedales, nos hemos acercado a la Delegación Territorial de SEO en Euskadi. Allí hemos podido disfrutar de la compañía de Ramón Elosegui y de las aves que invernan en este magnífico humedal restaurado.


La densa niebla matinal, que no levantó hasta pasado el mediodía, crea un ambiente especial con su luz tamizada. Dificulta la observación a distancia, pero en la proximidad, las aves aparecen envueltas en un halo de invierno.




Un grupete de Ánades rabudos atrae la atención de los que frecuentan el lugar, pero a los que pajareamos por otros espacios también nos ilusiona ver otras especies para ellos habituales, como las Cigüeñas, sin ir más lejos.
Ya se van viendo muestras del celo y pese a que apenas hemos rebasado el primer tercio del invierno, la primavera ya empieza a latir por la sangre de esta y otras especies. Crotoreos, asentamiento en los nidos, entrega de materiales, delatan esa pulsión reproductora.




Entre ellas localizamos un ejemplar anillado en Francia, un invernante que posiblemente volverá a tierras galas para reproducirse, pero que no rehúye los intentos de seducción de algunos congéneres. También relocalizamos al Cormorán grande de origen irlandés, que lleva afincado desde agosto 2011 en Salburua y del que hablaremos en una próxima ocasión.


Los ciervos aún no se han desprendido de sus astas, pero pacen relajadamente, su celo es otoñal y, sabiéndose elegantes se dejan ver y admirar. Su presencia en el humedal contribuye a mantener la vegetación “bajo control” al tiempo que “decoran” el lugar.


Otras acuáticas, anátidas en su mayoría, pueblan la lámina de agua o reposan en las isletas, Porrones comunes y moñudos, frisos, cucharas o Ánsares comunes. A lo lejos la estilizada blancura de una Garceta grande, que cada vez nos está siendo más familiar.











Los campeos de los Aguiluchos laguneros alteran a las fácilmente alterables Avefrías, aunque alguna Corneja se encarga de perturbar al perturbador. Un Gavilán ronda el arbolado en busca de los escasos paseriformes de este benigno invierno, se posa lejos, pero resulta inconfundible.



Por terminar, decir que el nivel del agua es alto, lamiendo los piés de los árboles que lindan con las campas de Malvavisco. En verano la lámina de agua se habrá reducido a su mínima expresión, dejando al aire los suelos limosos y la exuberante flora palustre. Cambios estacionales parecidos a los que estamos más acostumbrados los que visitamos la marisma, aunque con ciclos de seis horas.


También las abundantes Gaviotas reidoras nos evocan a la costa. Es hora de volver mientras nos repetimos: “Tenemos que venir más a menudo”.



Zigor, Joselu y Xabier

1 comentario:

  1. Que buena jornada,que maravilla de lugar,parece ademas bien gestionado!
    Me ha encantado la caja nido murcielagos en el poste-nido para cigueñas!
    Ikusi arte!

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