Si alguien quiere perderse a pajarear por la meseta castellana, nada mejor que hacerlo en el entorno de Villafáfila en la provincia de Zamora. Es lo que he hecho a principios de este mes de enero, en plena época de invernada para las aves.
En medio de la estepa cerealista predominante, de paisaje agrario con suaves lomas y horizontes perdidos, aparecen como un oasis una serie de lagunas de carácter salino y temporal: son las lagunas que conforman la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila. Las más importantes por su extensión son la Laguna de la Salina Grande , la Laguna de Barillos y Laguna de Las Salinas.
Estos humedales, fueron objeto de un proyecto de desecación por el antiguo IRYDA que casi las hizo desaparecer. Para paralizar el proceso, el ICONA creó en 1972 una “Zona de caza controlada”, que permitió su pervivencia hasta nuestros días.
Dan cobijo a multitud de aves migratorias, en el que es uno de los enclaves más importantes para la invernada en la Península Ibérica.
La zona tiene diversos grados de protección a nivel internacional. Está declarada ZEPA, LIC y forma parte de la Red Natura 2000. Así mismo, está incluida en el Convenio Ramsar.
Desde el año 1996 estaba considerada como Reserva Regional de Caza y a partir de el 2006 está clasificada como Reserva Natural.
Aunque en paisajes muy modificados por la Concentración parcelaria llevada a cabo entre los años 1969 y 1980 del pasado siglo, aun es posible divisar en lontananza la estampa que reproduce la simbiosis entre el reposo de las aves y el ramoneo del ganado lanar en los bordes del vaso lagunar.
Llegamos a la Reserva desde la Estación de La Tabla , donde nos desviamos hacia Villarrín de Campos. Ya desde la misma carretera, observamos en uno de los escasos bosquetes, un dormidero con 10 Milanos reales y 2 Busardos ratoneros.
Además, desde la extensa red de caminos que atraviesan el complejo lagunar, se pueden ver Bisbitas comunes, Tarabillas comunes, Colirrojos, Mosquitero común, un grupo de 32 Perdices… a los que se añaden Estorninos negros y Pintos, Palomas bravías y Grajillas, en la torre del campanario de Otero de Sariegos.
Escasos son los limícolas: Correlimos común, Andarríos chico, Agachadiza común, algún Zarapito real, escasas Avefrías para la época… En días anteriores se había observado un Falaropo picofino, pero no hubo suerte.
Entre retamas, cardos y matorral de pequeño porte, podemos avistar un buen número de fringílidos, entre los que destacan por su abundancia los Pardillos comunes. Además, Jilgueros, Verdecillos, Pinzón vulgar, Verderones …
Volvemos sobre nuestros pasos hacia la laguna de San Pedro, al lado del municipio de Villarrín. La actividad es incesante, aunque apenas hay diversidad de especies. Destacan, por su número, las Cercetas comunes, que descansan apacibles. Más adelante comprobaremos en otras lagunas, que son varias las especies de anátidas presentes: Azulones, Silbón europeo, Pato Cuchara, Ánade friso, Porrones comunes y Moñudos, y al menos, unos 45 Tarros blancos.
También en la misma Laguna de San Pedro, no podía faltar una de las especies emblemáticas en esta época del año: los Ansares.
En plena observación, un Aguilucho lagunero interrumpe la paz reinante. Las Cercetas y algunos Azulones emprenden rápidamente cortos vuelos de huida. Los Ansares hacen lo contrario: se introducen en la lámina de agua donde, al parecer, al menos con esta rapaz, parecen sentirse más protegidos. Cuando esta desaparece, poco a poco van retornando hacia la orilla y al cercano campo de cultivo donde se encontraban.
Los gansos utilizan la Reserva como sitio de invernada desde mediados de los 70, ya que anteriormente era solo lugar de paso.
Comienzan a llegar a finales de septiembre, pero la entrada fuerte es entre octubre y noviembre. La vuelta hacia el norte se produce de forma paulatina entre febrero y primeros de marzo. Este año se han censado unos 20.000 ejemplares.
En los diferentes postes y cableado del tendido eléctrico-telefónico y en las vallas de delimitación de la propia Reserva, es fácil localizar diversas rapaces: Cernícalo vulgar, Milano real, Busardo ratonero, Aguilucho pálido, Aguilucho lagunero, Mochuelo, Halcón peregrino…El Milano real de la tercera foto estaba dando cuenta de un incauto pajarillo.
La grulla es otra de las aves que en su migración otoñal visita la Reserva. A finales de noviembre se dieron los máximos de esta especie con 2000 ex. Después de alimentarse en los campos próximos, volvían al atardecer para pasar la noche en los ribazos de la Laguna Grande. Esta foto fue realizada a principios de diciembre.
En la cara oeste de la Laguna Grande , a la que se llega por un camino rural y desde el vértice de la zona protegida, observamos entre los ánsares algo que nos llama la atención: son dos Barnaclas cariblancas (Branta leucopsis)..
Las fotos son pésimas por la distancia, pero sirvan para dar constancia de la cita.
A media mañana nos extraña ver un gran movimiento de Ansares y anátidas en general en los alrededores de
Incluso 7 Cigüeñas comunes han remontado el vuelo, y durante unos instantes comparten la térmica con el Aguila. Poco después, la rapaz vira hacia la Laguna de Barillos y se pierde en el horizonte. Eran las 11:30, pero no la volvimos a divisar el resto del día.
Esta estepa cerealista de secano, donde se cultivan cebada, trigo y alfalfa, y donde apenas hay margen para pequeños setos y alguna arboleda aislada, alberga la población de avutarda más importante de Europa y una de de las más importantes del mundo. En marzo de 2005, se censaron 2668 ejemplares.
De carácter sumamente esquivo y desconfiado, es difícil acercarse a ellas a campo abierto. Estas que se muestran en las fotografías, fueron observadas tras un tapial, sin ser molestadas.
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