Denso humo de plumas, salpicado de destellos.
Constelaciones de alas y esfuerzo.
Silencio en los tintos pechos,
que solo atiende a su imparable convicción:
Volar al ritmo del latido migratorio.
Con lo que se sabe, lo que se cree y lo que se especula, se podrían llenar miles de páginas. Tantas como los miles de pequeños corazones que pasan sobre nuestras cabezas. El impulso atávico, que desde la noche de los tiempos las guía, ha vuelto a cumplir su voluntad.
Otras aves, otras especies, desgranan su presencia en el paso a lo largo de varias semanas. La Paloma torcaz, migradora de largo recorrido, va concentrando sus efectivos y repentinamente, en un día propicio, miles y miles de ejemplares rompen al unísono el tibio aire del otoño.
Inmensos y de muy variada configuración, los bandos pasan consecutivos con serena cadencia. Durante más de dos horas, los minúsculos puntos de la lejanía, van descubriendo su multitud de aves agrupadas. El viento Sur les impide cruzar los collados del Pirineo y es la costa, y las cotas bajas, el corredor practicable.
Pasan a la península, donde establecen sus cuarteles de invierno, salvando geografías y disparos. Vienen de numerosos países del norte y centro continental. Las más lejanas de Finlandia, Suecia o Rusia, las más cercanas de Alemania o Suiza.
Cuando nuestros ancestros se adaptaban al ritmo vital de las estaciones, leían estas señales en el cielo y se disponían para afrontar el invierno. Hoy, en los espíritus más sensibles, “la gran ola azul”, resuena como una llamada a nuestras emociones de animal contemplativo y curioso, atento a lo que nos muestra la Vida.
Los estudiosos del comportamiento humano, tienen aún mucha tarea por hacer si pretenden desentrañar la mente del “sapiens” que, a estas alturas de la evolución de la especie, ha travestido a deporte ventajista lo que fue en su día un recurso vital. Esos que solo sienten el impulso de cercenar su vuelo, matarlas, abatirlas a tiros.
A otros nos mueve el ansia de aprender, de saber un poco más de aquello que nos admira. Buscamos, recopilamos y acumulamos datos, con la esperanzada seguridad de que nunca alcanzaremos el total conocimiento. Que los profundos porqués seguirán habitando en el Misterio de la Naturaleza , de la Vida.
Ya habrá ocasión de detallar cuantas y por dónde han pasado las palomas este año. Hoy preferimos llenaros las pupilas, pese a lo limitado que han podido captar nuestras cámaras o nuestras palabras. Aquí queda un testimonio para quienes no necesitan matarlas o no les resulta indiferente que las maten.
Precioso documento y muy buenas fotos. Saludos!!
ResponderEliminarhttp://avesyestrellas.blogspot.com
Esto deberían de leerlo más de uno y de dos. Para que vean lo qué significan sus disparos y su desaforado amor a sí mismos.
ResponderEliminarUn saludo!!!
Mas valen tarjetas de memoria (de buena memoria como digo yo) que tanto jodio plomo!
ResponderEliminarSaludos camperos!
Muchas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarLo que aquí se ha puesto, y mucho más, ya anidaba en vuestros corazones.