domingo, 17 de julio de 2011

VIDA SALVAJE, DENTRO DE LA CIUDAD


La Naturaleza no deja de sorprendernos con su poder de regeneración. En antiguas marismas de la desembocadura de un río Guipuzcoano, tras el abandono de la industria que ocupó aquel terreno, la vegetación y la lluvia han creado un lugar ideal para las aves. De algún modo, la vida natural, en silencio y con paciencia, recupera sus dominios. No es un espectacular paisaje como el de los grandes parques naturales, pero en su pequeño tamaño y su ubicación concentra una riqueza vital asombrosa. Además, su proximidad, lo hace aún más entrañable.


Nada más llegar nos encontramos con las pistas que dejan sus moradores. Señal evidente de que, si tenemos un poco de cuidado y paciencia, podremos averiguar quienes andan y vuelan por aquí. Pero miremos un poco más alrededor.

Es un espacio en medio de la urbe, rodeado de carreteras, vías de tren y casas. Un lugar de
alimentación, cría, descanso y pernoctación de muchas especies aladas.

Un pequeño charco y una pequeña charca dan vida acuática al sitio y la vegetación, con variedad de plantas bajas, flores, arbustos y árboles son refugio, posadero y lugar de cría.

Muy lejos de haber recuperado la fisionomía y equilibrio propios del estuario original, este lugar pugna por albergar un pequeño ecosistema de flora y fauna que, en cierto modo, recolonizan el espacio como auténticos pioneros.





Hay individuos que lo usan diariamente, desde una GARZA REAL, a la que le cuelga la pata izquierda cuando vuela, hasta una pareja de CHORLITEJO CHICO que sacan adelante a un veloz e intranquilo pollito. Una pareja de LAVANDERA BLANCA y su pollo, ya del mismo tamaño y tan activo como sus progenitores, no cesan en su ir y venir. Varias parejas de ZORZALES COMUNES, una con 4 huevos azules celestes y otra con 2 pollos volantones que andan más por el suelo que por el aire. Crecieron rápidamente a base de lombrices y caracoles, pero el último día en el nido la dieta era de bayas rojas. Unos VERDERONES también tienen un pollo volantón, que pía insistentemente para ser alimentado.



Hay más que anidan allí, como: MIRLOS, ZARCEROS, VERDECILLO, COLIRROJO TIZÓN, que en las ultimas horas del día cantan sus melodías al sol. También de GORRIONES, hay una pequeña colonia en un muro lleno de agujeros parece una fortaleza. Unos empollan, otros ceban pollos y otros se dedican al cortejo del amor. Otra pareja de esta especie ha decidido establecer su nido en un emplazamiento poco habitual: La carcasa de una farola fundida a más de ocho metros de altura. El primer vuelo de los gorrioncillos pondrá a prueba la enorme capacidad de supervivencia que demuestran estos pájaros.




Cerca hay un palomar, pero no el tradicional, es urbano y espontáneo. Está debajo del tablero de la N-1, desde el que se oyen los chillidos de los recién nacidos pichones. Los adultos usan el charco para calmar la sed diaria, al igual que todas las especies mencionadas. A últimas horas del día van apareciendo JILGUEROS a por su ración del líquido elemento, al igual que una TORTOLA TURCA que no falla a su cita diaria, en ocasiones en solitario y en otras con unas cuantas congéneres más. Otro incondicional es un ANDARRIOS CHICO que camina con su movimiento de cola peculiar.




Las oportunistas son las GAVIOTAS PATIAMARILLAS que rastrean la zona en busca de algún suculento bocado en forma de polluelo.




Luego esta la charca, que tiene más agua que el charco. Allí suele estar nuestra amiga la GARZA acompañada de dos, vigilantes y atentas a todo lo que se mueve, hembras de ANADE REAL. Ocupadísimas ambas en cuidar sin descanso, una a 7 pollitos y otra a 3 de estos mulliditos pequeños patos.


Lugares en apariencia inútiles y estériles, vertederos  de la sociedad, pero en realidad llenos de una gran variedad de vida esperando ser observada, amada y querida, en medio del asfalto, luces, ruido y polución. Una muestra de cómo la fuerza de la vida recupera sus dominios, por imposible que nos pueda parecer. Si fuésemos capaces de de “desarrollarnos” de algún modo menos agresivo hacia el medio que nos rodea, comprobaríamos que la armonía con el resto de criaturas con las que compartimos el planeta, es posible.

¡ La Naturaleza salvaje tan lejos, tan cerca !


Joselu & Xabi 

1 comentario:

  1. Me alegro de que esta vez salga ganando la naturaleza.En cuestion de espacios humedos basta tan poco para crear pequenios oasis que la sociedad se tendria que implicar mas para tener estos rincones en sus ciudades....
    Saludos

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