Año tras año, desde vete a saber cuando, nos visitan Hirundínidos y Apódidos adornando el aire de nuestros pueblos y ciudades con sus revoloteos. Llegan en primavera y nos acompañan hasta las últimas semanas del verano.
Los Hirúndinidos son pájaros muy comunes en todo el mundo y se conocen más de 70 especies distribuidas por todos los continentes. De ellas nosotros tenemos 5 y vemos con facilidad dos: La Golondrina común y el Avión común. Las Golondrinas prefieren las periferias urbanas y tiene un carácter fundamentalmente rural: pueblos pequeños, granjas aisladas y edificaciones abandonadas siempre que se encuentren junto a otras ocupadas. Los Aviones gustan construir sus nidos bajo los tejados, repisas y balcones y en ambos casos el nido es semiesférico con una pequeña abertura superior y fabricado con barro ensalivado que actúa de argamasa para empastar algún material vegetal.
Los Apódidos (Vencejos) forman un grupo zoológico diferente al de Golondrinas y Aviones y están, curiosamente, muy emparentado con los Colibríes. De las 60 especies que se distribuyen por el mundo, tres son ibéricas y nosotros en las ciudades vemos con facilidad una: el Vencejo común, siendo la especie más abundante en nuestros cielos.
Para anidar prefieren cualquier hueco en los tejados de los edificios, tapias y fachadas construidas con cantería siempre que dejen huecos y cobijos entre las piedras.
No vamos a insistir sobre el beneficio de estos animales, verdaderos controladores de las poblaciones de molestos insectos y que se convierten en vectores importantísimos de la lucha biológica contra las plagas que suelen asolar nuestros huertos.
Y aunque son fáciles de ver y de relativa abundancia, sus poblaciones están en franca regresión debido a la mala práctica, cada vez más extendida, que se ceba en la destrucción de sus nidos. Porque la suciedad propia de la crianza se resuelve con un escobazo que arruina las puestas, cuando sería más fácil emplear el esfuerzo y la escoba en limpiar la pared y no en destruir las camadas de estos pájaros que tanto nos ayudan.
Otra práctica detestable usada para ahuyentarlos e impedir que construyan sus colonias consiste en colgar Golondrinas y Vencejos ahorcados sobre el lugar que se quiere proteger. Es la imagen más siniestra de nuestra escasa educación.
La última fotografía de esta entrada está obtenida hace un par de días en el convento de Kristobaldegi (Concepcionistas franciscanas), en Txomin Enea, entre los barrios de Loiola y Martutene, en Donostia. Sin comentarios.
Copyright: Ramón Elosegui
Los Hirúndinidos son pájaros muy comunes en todo el mundo y se conocen más de 70 especies distribuidas por todos los continentes. De ellas nosotros tenemos 5 y vemos con facilidad dos: La Golondrina común y el Avión común. Las Golondrinas prefieren las periferias urbanas y tiene un carácter fundamentalmente rural: pueblos pequeños, granjas aisladas y edificaciones abandonadas siempre que se encuentren junto a otras ocupadas. Los Aviones gustan construir sus nidos bajo los tejados, repisas y balcones y en ambos casos el nido es semiesférico con una pequeña abertura superior y fabricado con barro ensalivado que actúa de argamasa para empastar algún material vegetal.
Los Apódidos (Vencejos) forman un grupo zoológico diferente al de Golondrinas y Aviones y están, curiosamente, muy emparentado con los Colibríes. De las 60 especies que se distribuyen por el mundo, tres son ibéricas y nosotros en las ciudades vemos con facilidad una: el Vencejo común, siendo la especie más abundante en nuestros cielos.
Para anidar prefieren cualquier hueco en los tejados de los edificios, tapias y fachadas construidas con cantería siempre que dejen huecos y cobijos entre las piedras.
No vamos a insistir sobre el beneficio de estos animales, verdaderos controladores de las poblaciones de molestos insectos y que se convierten en vectores importantísimos de la lucha biológica contra las plagas que suelen asolar nuestros huertos.
Y aunque son fáciles de ver y de relativa abundancia, sus poblaciones están en franca regresión debido a la mala práctica, cada vez más extendida, que se ceba en la destrucción de sus nidos. Porque la suciedad propia de la crianza se resuelve con un escobazo que arruina las puestas, cuando sería más fácil emplear el esfuerzo y la escoba en limpiar la pared y no en destruir las camadas de estos pájaros que tanto nos ayudan.
Otra práctica detestable usada para ahuyentarlos e impedir que construyan sus colonias consiste en colgar Golondrinas y Vencejos ahorcados sobre el lugar que se quiere proteger. Es la imagen más siniestra de nuestra escasa educación.
La última fotografía de esta entrada está obtenida hace un par de días en el convento de Kristobaldegi (Concepcionistas franciscanas), en Txomin Enea, entre los barrios de Loiola y Martutene, en Donostia. Sin comentarios.
Copyright: Ramón Elosegui
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