viernes, 18 de abril de 2014

HONTZ-ETXEA


Somos bien conscientes de que no estamos inventando la rueda, de que no somos pioneros en la idea (no faltan ejemplos cercanos) y de que el alcance de estas iniciativas tiene sus limitaciones, pero también debemos reconocer, y dar a conocer, que es una acción positiva, tanto para la especie como para la implicación en su protección de quienes estamos cerca de ella, en su espacio vital y en su estudio.
Os presentamos un caso concreto (el primero de los nuestros) a modo de “making-of” fotográfico que ilustra esta entrada, que incluye construcción e instalación, y unas notas sobre los motivos que nos mueven a hacer estas cosas.
La Lechuza común (Tyto alba), Hontza zuri en euskera, es una rapaz nocturna de mediado tamaño que encontró, hace ya siglos, lugares donde habitar y reproducirse al abrigo de las construcciones humanas.
Campanarios y desvanes ofrecían un cobijo de mejor calidad que los cortados rocosos o los huecos de los árboles viejos. Prados y cultivos situados al pie de estas construcciones, con abundancia de sus principales presas (ratones y musarañas) completaban el escenario al que tan bien  se adaptaron las Lechuzas.
Ibon Garaikoetxea, amigo de uno de nosotros (y ahora de todos), nos cuenta que en el caserío de su tío Roque Artola, al hacer la reforma de la ganbara se encuentran, tras un tablero, un huevo viejo de Lechuza. Prueba inequívoca de que alguna pareja ha intentado criar, tal como lo hacía desde antaño.
El caserío Olaeta es una excelente muestra de la vivienda rural vasca, de planta rectangular, recios muros de piedra y a la orilla del río Araxes que, para su acceso, es cruzado por un bello y antiguo puente de piedra. Rodeado de pardos, bosquetes y frutales, además de conformar un entorno idílico, es el hábitat propicio para la Lechuza.
La obra en el desván supone cerrar el hueco de acceso con una ventana y dar uso habitable a esta parte de la casa que antes cumplía otras funciones tradicionales hoy en desuso. Por cierto, la reforma efectuada resalta la estética del entramado de vigas de madera, creando un espacio acogedor que revela en su propietario sensibilidad y respeto a lo tradicional y que, como se aprecia, también se demuestra hacia el entorno natural.
Hablamos de “medidas compensatorias” cuando la ejecución de una obra repercute en un espacio con valores ecológicos reconocidos. En esta ocasión, sin obligación si no por voluntad, se acordó instalar un nidal para las Lechuzas que ya no podrán nidificar en el interior de la ganbara.
Ya existen en mercado especializado unas cajas realizadas ex profeso para estos fines, pero la oportunidad de reciclar, más bien reutilizar, maderas de embalaje y el gusto por hacer las cosas de propia mano, hizo abrir la caja de herramientas y aplicar los conocimientos de bricolage, que en este caso será “bird-colage”.
Los requerimientos de la especie y el lugar de emplazamiento, marcan las pautas de la construcción. Medidas adecuadas, pasillo de entrada, cuarto oscuro, acceso para limpieza, resistencia a la intemperie, estética e integración con la fachada del hermoso edificio, no son detalles caprichosos, sino reglas a seguir para que la caja, “Hontz-Etxea” pueda cumplir con el propósito para el que se ha construido.
Como tal, la colocación no es compleja, pero no está exenta de dificultades que se solventan con ingenio, ánimo y voluntad.

Como todo acto inaugural, la colocación de esta nuestra primera caja anidadera para Lechuzas, congregó en este caserío de Altzo (Gipuzkoa) a un espontáneo comité representativo de nuestro grupo local de SEO-Donostia y, tras las presentaciones, manos a la obra.
Allí quedó “Hontz-Etxea” (uno), lista para recibir y acoger a laguna pareja de Lechuzas que encuentre el “txoko” de su agrado. Puede que no sea en esta primavera, pero es muy probable que lo sea en la próxima o en las siguientes.
La Lechuza habitualmente, en nuestras latitudes, comienza sus puestas entre abril y mayo pero, salvo en algún mes invernal, puede llegar a criar en cualquier momento del año. Esto, junto a la evidencia de reproducciones anteriores en el lugar, afianza la esperanza razonable de que nuestra caja sea ocupada y que, además, lo sea pronto.
Ya andamos comentando con unos y con otros, y lo hacemos también desde este blog, la oportunidad de instalar más cajas de este tipo por los innumerables puntos de nuestro territorio. Casi cualquier casa, caserío, iglesia, granero, de nuestro mosaico rural o de las afueras de las urbes, puede ser emplazamiento adecuado para una de estas cajas y hacemos un llamamiento a quienes puedan ofrecer su propiedad o contactos para continuar con la instalación de nuevas nidos para Lechuza. Si es tu caso, no dudes en escribir a la dirección seo-donostia@seo.org y nos pondremos en marcha de inmediato.
Durante años y años, los modos de producción agrícola y la propia vida rural, no sufrieron cambios sustanciales. Por un lado, la aceptación con normalidad de la convivencia con esta y otras especies, y por otro, la escasez de peligros y amenazas, permitieron una armonía y adaptación beneficiosa para el humano y su entorno natural.
La adaptación de las especies silvestres a los cambios en sus entornos depende de la intensidad de esos cambios y la velocidad a la que estos se producen. Con demasiada frecuencia el ritmo de adaptación es mucho más lento que las transformaciones de los espacios y condiciones biológicas, llegando a la destrucción parcial o total de sus hábitats y ecosistemas, en especial en las producidas por la actividad humana, las denominadas de origen antrópico.
 Durante los últimos decenios la aceleración de estas transformaciones del entorno puede calificarse, sin temor a exagerar, de vertiginosas, brutales y destructivas. Durante generaciones los cambios fueron paulatinos y no desestabilizaban en exceso el equilibrio medioambiental.


Hoy, la breve vivencia personal de cada uno, es suficiente para apreciar enormes y continuas transformaciones: vías de comunicación (carreteras y tráfico, vías férreas y tipos de trenes, puertos y aeropuertos… ), energías (centrales eléctricas, tendidos, parques eólicos, presas… ), industrias (factorías, polígonos, cementeras, canteras, vertederos, plantas químicas, pesca industrial, agotamiento de caladeros… ), urbanizaciones (expansión de ciudades, complejos residenciales y comerciales… ), agropecuarias (explotaciones intensivas, granjas, invernaderos, plaguicidas, transgénicos, monocultivos, deforestación… ), ocio (golf, pistas de esquí, presión excesiva de caza y pesca, furtivismo, introducción de especies exóticas invasoras, instalaciones deportivas y de recreo –incluyendo puertos-, parques de atracciones… ). Todo ello con la contaminación de todo tipo (atmosférica, de las aguas de ríos y mares, del suelo, acústica y visual) y las perturbaciones que van aparejadas sobre los espacios y las especies silvestres, tanto animal como vegetal.
No hace falta ser un experto en la materia para comprender que estas “necesidades de  nuestra vida moderna”, pasan una factura inaceptable a la Naturaleza y que nos sumen en el engaño de una vida mejor, más confortable y cómoda, cuando en realidad estamos haciendo inhabitable el planeta, tanto para las criaturas silvestres como para nosotros mismos, desde las afecciones de nivel local a las de carácter global.
Sería esta una perspectiva desalentadora sino contáramos con la convicción de que no todo es irreversible, que el sentido racional terminará por imponerse, que no son baldíos los pequeños esfuerzos que podemos aportar, que las dinámicas naturales se regeneran a poco que se les deje y que la playa está formada por multitud de granos de arena. Esta “Hontz-Etxea” es uno de esos granitos de arena que nosotros aportamos, modesto pero valioso, y que queremos contar y contagiar.

3 comentarios:

  1. Estupendo trabajo habéis realizado. Ahora a esperar que aniden las lechuzas!
    Saludos

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  2. Zorionak!!
    YO HE PUESTO VARIAS DE MANERA INDIVIDUAL EN MI VALLE.
    ME ALEGRA VER ESTA ENTRADA ,TAN MAGNIFICA!!
    PORQUE ADEMAS DE OBSERVAR HAY QUE CONSERVAR.
    SALUDOS CAMPEROS!

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