Pertenecemos al grupo de afortunados que viajaron en el Ferry que salió de Santurtzi el pasado viernes día 12 de Octubre con destino a Portsmouth y que regresó con puntualidad a nuestro puerto el viernes 15.
Este es el cuarto año que participamos en los viajes ornitológicos que organiza Gorka Ocio y nunca hemos vuelto defraudados, pero lo de este año ha sido muy especial como bien se refleja en las crónicas que venimos leyendo y que escriben con entusiasmo algunos participantes.
Hemos visto muchas cosas y disfrutado de sensaciones que por su intensidad ahora parecen irrepetibles. Pudimos participar del trayecto a través de un mar lleno de vida y con el que siempre habíamos soñado, pero pensábamos que esas cosas solo existían en los documentales del viejo David Attenborough.
El lunes amaneció triste y llorón y cuando nos embarcamos llovía con cierta ansiedad. El pronóstico señalaba temporal para ese día y mejoría para el resto del viaje. Así sucedió. En estos viajes la lluvia es el factor más molesto, se mojan los equipos fotográficos y dificulta la visión, pero a las pocas millas dejamos atrás el frente frío y entramos en un mar con fuerte marejada que levantaba la proa del Pride of Bilbao y lo balanceaba obligándonos a fijar bien los pies en cubierta y sujetar con fuerza los prismáticos que luchaban contra un ventarrón del NW.
Este es el cuarto año que participamos en los viajes ornitológicos que organiza Gorka Ocio y nunca hemos vuelto defraudados, pero lo de este año ha sido muy especial como bien se refleja en las crónicas que venimos leyendo y que escriben con entusiasmo algunos participantes.
Hemos visto muchas cosas y disfrutado de sensaciones que por su intensidad ahora parecen irrepetibles. Pudimos participar del trayecto a través de un mar lleno de vida y con el que siempre habíamos soñado, pero pensábamos que esas cosas solo existían en los documentales del viejo David Attenborough.
El lunes amaneció triste y llorón y cuando nos embarcamos llovía con cierta ansiedad. El pronóstico señalaba temporal para ese día y mejoría para el resto del viaje. Así sucedió. En estos viajes la lluvia es el factor más molesto, se mojan los equipos fotográficos y dificulta la visión, pero a las pocas millas dejamos atrás el frente frío y entramos en un mar con fuerte marejada que levantaba la proa del Pride of Bilbao y lo balanceaba obligándonos a fijar bien los pies en cubierta y sujetar con fuerza los prismáticos que luchaban contra un ventarrón del NW.
En estas condiciones y con ese viento se suelen ver pájaros y así fue: Pardelas cenicientas, sombrías y capirotadas peinando las olas a la par del casco. Alguna Gaviota sabine y tres Zifios de Cuvier muy cerca. Págalos, Paiños, Charranes y un Falaropo picogrueso.
Por la noche el barco disminuyó la marcha a 12 nudos y aún y todo los golpes de las olas contra el casco no nos dejaron dormir muy bien.
El sábado amaneció con mar en calma y vientos fresco del NW. Pasamos la mañana entre Marsopas, algún Págalo grande, nutridos bandos de Charranes y mucho Alcatraz. Como cosa curiosa un tren de Cormoranes moñudos en dispersión y bandos de Golondrinas. Por la tarde vimos Rorcual aliblanco, algún Arao, un par de Gaviones, alguna sabine y muchos Paiños comunes.
A primera hora de la tarde estábamos en la cubierta de estribor de la planta siete, a cuatro metros de Gorka (el siempre mira hacia el NE y avisa) pero mirando al Este franco. Y oímos un grito: “…¡Qué pasada, un Rorcual ha saltado como una Yubarta!" miramos hacia la una y logramos ver un enorme volcán de agua que había dejado al caer el cetáceo. Gorka lo vio salir del agua casi en su totalidad y describe muy bien el suceso en su crónica. Nosotros llegamos a ver como salía a respirar tres veces lo que resultó ser realmente una Yubarta. ¡Fantástico!.
Todavía envueltos en una nube de incredulidad llegamos a Portsmouth con retraso y como siempre con el tiempo justo para tomar una par de pintas y volver a embarcar.
La noche tranquila la aprovechó el capitán para exprimir los motores y recuperar el retraso. El domingo amaneció con un mar encalmado que nos mostraba por aquí y por allá pequeños grupos de Marsopas, Pardelas, Págalos y Charranes, pero tuvimos que llegar a los barrancos franceses frente a la desembocadura del Loira para poder disfrutar de una espectáculo que nos acompañó en las siguientes 80 millas y en donde vimos el mar hervir de vida.
Grandes grupos de Delfines comunes, mulares y algún listado comiendo cardúmenes acompañados de Alcatraces y Pardelas. En ambas cubiertas se cantaban Marsopas. A estribor veíamos Rorcuales comunes por todos lados, Calderones, más Delfines mientras a babor cantaban “¡¡Paiños como moscas a las 10!!”, Marsopas, resoplidos de Rorcuales y delfines jugando con el barco en la popa.
Vimos una Focha (jaaa), un buen tren de Negrones, Vuelvepiedras en plena marcha, Cormoranes grandes, Fulmares, Alcas, Alcatraces de todas las edades, Pardelas sombrías, pichonetas y baleares. Paiños comunes, Wilson y alguno de Leach y un grupete de Faralopos picogruesos. Las cámaras perdían sus automatismos con la luz del atardecer pero se pudo fotografiar parte del espectáculo.
Por la noche y ya terminados los avistamientos la gente flotaba pensando que habíamos visto lo que siempre habíamos soñado para nuestro maltratado planeta, y esta inolvidable experiencia servirá para seguir luchando porque lo que hemos vivido durante estos tres días de navegación se convierta en algo normal y no tengamos que contarlo con el asombro que lo hacemos.
Copyright: Ramón Elosegui, Ivonne iglesias, Jose,
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