viernes, 2 de agosto de 2013

LA NATURALEZA EN CASA

He estado disfrutando las tres últimas semanas de unas vacaciones en mi pueblo materno que es un entrañable lugar de la campiña burgalesa llamado Villaquirán de la Puebla. Me he llevado el telescopio por si acaso pero lo he tenido más que complicado para salir al campo por las obligaciones familiares más que nada (sarna con con gusto no pica).

Pero el caso es que he podido disfrutar como pocas veces del espectáculo que nos ofrece la naturaleza sin salir de casa.

Para comenzar me ha estado visitando esta lechuza todas las noches. Tenía uno de sus posaderos favoritos en un palomar a unos 30 metros en linea recta desde mi ventana.

Hontza zuri - Tyto alba


Su canto traqueteante me ha estado despertando día sí y día también. Sobre todo la primera semana que me levantaba de la cama para observarla. Llegaba hacia las doce, luego se iba y volvía hacia la una y así durante toda la jornada nocturna.

Hontza zuri - Tyto alba

Después ya no la hacía caso (a menos que quisiera seguir teniendo al día siguiente unas ojeras de espanto).

Hontza zuri - Tyto alba


El avión común ha vuelto a anidar otro año más en la cornisa del tejado de la casa. Como es típico de estos pajarillos, se afanaban en dar a sus retoños el alimento necesario para su sustento, yendo y viniendo sin descanso.

Enara azpizuri - Delichon urbicum


También un gorrión común ha sacado adelante a una cría en la pared de piedra de la trasera del corral aunque de este no tengo imagen gráfica.

El único día que salí, a escasos metros de casa pude observar a este jovenzuelo de cernícalo que descansaba en esta pared ruinosa de lo que en su tiempo fue un gran palomar.

Belatz gorri - Falco tinnunculus


Los dos progenitores le observaban desde el viejo chopo (al fondo de la imagen) siguiendo atentamente sus evoluciones.


Este viejo chopo también era compartido por palomas torcaces y tórtolas, dos especies que gozan de una gran salud por toda la zona.


Usapal arrunt - Streptopelia turtur

Este sapo también nos visitó. Las niñas la observaban sin perder detalle antes de dejarle seguir su camino.



Nos hemos dejado abierta, un par de días seguidos, la ventana de la ganbara (un gran desván del que no hacemos casi uso) y al entrar en ella nos ha sorprendido una pareja de golondrinas revoloteando en él. Para nuestra sorpresa estaban reconstruyendo un antiguo nido que hasta ahora nos había pasado prácticamente desapercibido.



Hemos decidido dejar esa ventana abierta hasta que volvamos a acercarnos por allí a mediados de Agosto y ya os contaremos sus evoluciones.


Enara arrunt - Hirundo rustica

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