domingo, 8 de julio de 2012

Las LAVANDERAS del GAS




Las aves, y otros muchos seres silvestres más, han ido adaptándose al entorno que los humanos vamos modificando sin tenerles en cuenta en ningún momento. “Adaptarse o morir”, reza la máxima, y este es un caso más de esa adaptación y no deja de llamar nuestra atención.
Un buen día de mayo, al proceder a la revisión rutinaria de los manómetros de un depósito de gas, aledaño a un complejo comercial, el operario se encontró con una sorpresa.




Justo bajo la carcasa que hace de tapa de los citados manómetros, una pareja de Lavandera blanca, encontró el lugar más idóneo para traer al mundo a sus polluelos. Su estrategia no podía haber sido mejor, ya que el vallado de la cisterna les ha protegido de la incursión de algún gato hambriento. Esta es la secuencia del crecimiento de los pollitos.






Es inevitable levantar la cubierta para hacer las preceptivas revisiones de los manómetros cada tres o cuatro días. Sin embargo esto no parece haber sido mayor problema para los progenitores, que se limitaban a esperar en las cercanías a que terminara la rutinaria revisión para acudir con sus cebas al nido.



Los polluelos, en sus primeros días reclamaban el sustento al técnico, pero más adelante y según crecían, optaban por quedarse inmóviles y agazapados, no queriendo llamar la atención del visitante que destechaba su nido.
Queremos agradecer, muy sinceramente y desde aquí, a Iñaki Niño y a sus compañeros de trabajo, la sensibilidad mostrada hacia estos “okupas” y el habernos avisado del feliz acontecimiento. La frecuencia de las revisiones ha ofrecido la oportunidad de documentar este modesto milagro cotidiano. Para evitar al máximo las posibles molestias, las operaciones de revisión se han acelerado, levantar, verificar, foto y tapar. Nos complace comprobar que los cinco huevitos han completado su desarrollo y ahora vuelan por los alrededores.


Maxi Manso


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