El verano pasado subimos una entrada con un protagonista
estelar de lujo, un Quebrantahuesos (en euskera Ugatz) llamado “Kiriku” http://seodonostia-gipuzkoa.blogspot.com.es/search/label/KIRIKU
Un tiempo atrás, también hablamos de otro Gypaetus con
nombre propio, “Benigno” al que tuvimos la fortuna de observar en la
ZEC Monte Alduide, y que, por causas ajenas
a nuestra voluntad, la entrada no está enlazable, pero podemos verle, aunque
lejos y borroso, en la foto siguiente:
Hoy hablaremos un poco de otros ejemplares de la especie
que van consolidando sus territorios entre nosotros, aunque y de momento, aún
no se haya producido la tan esperada reproducción exitosa.
En la parte nororiental de la Comunidad Foral
de Navarra, lindando y compartiendo espacio natural con Gipuzkoa, encontramos
las sierras de Aralar, Urbasa, Andia, Arbaiun, Alduide o las cumbres de Baztan.
Estos espacios albergan hábitats adecuados a los requerimientos de la especie y
despensa suficiente para su especializada dieta.
Los macizos rocosos de nuestro territorio son espacios
puente vitales para la expansión de la especie, en dirección oeste, en el
intento de recolonizar Picos de Europa. Es decir, consolidar la conectividad
con la población del Pirineo. Sabido es que la propia ecología y comportamiento
de estas magníficas aves son un hándicap para restablecer su presencia allí
donde se extinguió, como la tardía madurez reproductora (6-7 años), la escasa
tasa de fertilidad (0,5 pollos pareja-año) y una acentuada filopatria que les
lleva a retornar a su lugar de nacimiento tras la dispersión seminómada durante
su inmadurez.
Estas circunstancias son inherentes a la especie, tanto
como su hermosa silueta. Lo que más debería preocuparnos son las afecciones
negativas no naturales, ya que las provocamos nosotros, los humanos, y es sobre
las que deberemos actuar para eliminarlas de la ecuación.
Perder valiosos individuos de esta especie por disparos de
escopeta, envenenados con variadas ponzoñas, víctimas de impactos y
electrocución en tendidos eléctricos o directamente la expoliación de huevos es,
además de perseguible y punible, imperdonable.
Legislación en materia de ganadería, por problemas
sanitarios no generados por la actividad tradicional y sostenible, han reducido
la disposición de recursos alimenticios y alterado la forma de acceder a ellos.
La gestión de las reses muertas, tras la aparición de la enfermedad de las
“vacas locas”, ha sido el ejemplo más reciente.
El “disfrute de la naturaleza” de forma descontrolada,
invasiva y perturbadora, no es un mal menor, ya que puede provocar la muerte
por inanición, o indefensión, de pollos cuyos padres son espantados de los
nidos a los que no vuelven. Acostumbramos a afirmar que los Quebrantahuesos
anidan en cavidades de paredes rocosas inaccesibles, pero esta aseveración se
tambalea ante la escalada y el parapente, sino se regula en las áreas
sensibles.
Mucho, muchísimo, queda por hacer, y esperar, para que los
Quebrantahuesos salgan de la nómina de especies en peligro de extinción, pero
hay que reconocer el trabajo que desarrollan profesionales y voluntarios, con
mayor o menor respaldo de las administraciones públicas (nos gustaría añadir la
coletilla “competentes”) a favor de este objetivo. Comprobar, sobre el terreno,
esta difícil labor, nos reconcilia un poco con nuestra propia
sociedad-civilización, tan nefasta en otros aspectos. Sumamos esta sensación a
la de por si hondamente plena de transitar por el monte. Si como decíamos, el
futuro de la especie reside en el restablecimiento de poblaciones estables y
genéticamente viables, en las grandes cordilleras, no es menos importante y
gozosa, su presencia en los lugares de transición como lo es nuestro
territorio.
Patear por estos espacios, tan bellos como inhóspitos y
misteriosos, de lo que, en otras eras geológicas, fueron fondos marinos que las
fuerzas tectónicas elevaron a las alturas, es en si mismo impresionante. La
historia, la leyenda y las tradiciones los han salpicado de mitos y ermitas que
coexisten en armonía con las criaturas que requieren de estos hábitats. Pese a
la indudable y palpable alteración del paisaje a lo largo de los siglos, estos
lugares aún albergan el espíritu de lo salvaje, tal como en el espíritu de los
vascos aún persiste la proyección casi totémica de las montañas. Este profundo
y arraigado sentimiento debería ser herramienta de conservación para preservar
la riqueza geológica, biológica y cultural de estos parajes.
El personal encargado del seguimiento de estos
Quebrantahuesos, desde puntos estratégicos, telescopios en ristre, lleva una
anotación rigurosa y concienzuda, como notarios que son, del transcurrir de las
vidas de estas grandes y escasas Falconiformes. Coincidir con ellos, sin
perturbar su tarea, da lugar a la charla amigable e instructiva, no exenta de
ciertas complicidades e intercambio de experiencias sobre algo tan fascinante
como ajeno a la gran mayoría de la gente. Lo mismo profesionales, contratados o
voluntarios, expertos o recién iniciados, nos debatimos en el equilibrio
necesario entre la divulgación de estos tesoros y la discreción necesaria para
su preservación.
Si el día que subimos a los reinos de Mari (numen por
excelencia del Olimpo vasco) está de visita su hermana Fortuna (del Olimpo
clásico), puede que la sombra del Quebranta nos pase no muy lejos. Si llevamos
los ojos abiertos, será una experiencia emocionante, una sorpresa, no por
deseada, menos sorprendente. Oportunidad casi única que se graba en la memoria,
en el rincón de los momentos felices. Es tal es subidón que casi ni se atina a
coger la cámara que nos cuelga del cuello.
Existe una oferta de emplazamientos habilitados para
observación y fotografía de estas aves, allí donde son relativamente abundantes
y acuden a comederos ex profeso. Quien ha tenido la oportunidad de acceder a
uno de estos hides, habrá tenido compensación suficiente al esfuerzo que
condiciona su uso con la ocasión de ver a los Quebrantahuesos a poca distancia.
¿Qué se puede decir cuando es el “pájaro de fuego” el que nos sobrevuela,
indiferente a nuestra presencia en su territorio, sin preparación ninguna, sin “cita
previa”, mostrándose en todo su esplendor de “señor por sus dominios”?
Respeto y admiración, conciencia conservacionista, son
valores que necesitamos transmitir ya que sin ellos el futuro, e incluso el
presente, de muchas especies y espacios desaparecerán irremisiblemente. Los
Quebrantas, como otras muchas riquezas naturales, son atractivos para el
ecoturismo o turismo de naturaleza, deberemos ser muy escrupulosos para que
esta actividad no pervierta su sentido y resulte contraproducente en lugar de
aportar beneficios al medio y criaturas a preservar. De algún modo, y ya que de
divinidades hablábamos, no se debe utilizar su nombre en vano.
Hola amigas y amigos no se si teneis conocimiento de un proyecto que estamos realizando en Navarra con un blog nuevo de aves necrófagas.
ResponderEliminarhttp://volandoconbuitres.blogspot.com.es/
Si os apetece participar sereis bien recibidos.
Me olvidaba excelente noticia del Quebranta.