El bombardeo que sufrió la población de Gernika hace 76
años, inspiró a uno de los más grandes artistas de la historia para plasmar en
un enorme lienzo de casi 30 m2 ,
una poblada coreografía estática en blanco y negro, que aglutina en un solo
símbolo elementos simbólicos con identidad y significado propio, conformando lo
que hoy es imagen del estupor, el dolor,
el desgarro, la tragedia, la crueldad y la sinrazón, pero con una tenue luz que
alumbra la necesidad de esperanza. O lo que es lo mismo, un signo universal
contra la barbarie y una reflexión sobre el cuadro y Gernika.
El 25 de abril, en el acto inaugural de la exposición
“Azken Gernikak - Los últimos de Gernika”, estaban presentes, junto a las fotos
de la obra, quienes con sentimientos, ideas y manos colectivas, son autores del
mural de Zilbeti.
Entre quienes decidieron que esta encarnación del Guernica
de Picasso cumplía méritos para estar integrada en la compilación artística e
inauguraron la exposición: Miren Josune Ariztondo, Diputada foral de Cultura de
Bizkaia, Xabier Sáenz de Gorbea, Comisario de la exposición, el Presidente de la Fundación y el Alcalde
de Gernika, José María Gorroño.
Si la obra pictórica está presente en el Museo, las hayas
de leña y savia de Zilbeti, también están presentes en Gernika, al arrimo y
amparo de la ermita de Santa Luzia,
donde las siete responden a la llamada de la primavera con su incipientes hojas
verdes.
La exposición Azken Gernikak, que ahora acoge el Museo de
Euskal Herria, se presentará en distintas localidades, como también lo está
haciendo la exposición fotográfica “Bizitzaren ordaina - El precio de la Vida ”, que ahora se muestra
en Ataria, el centro de interpretación del humedal de Salburua
(Vitoria-Gasteiz), y que aporta perspectiva fotográfica sobre las amenazas
mineras al espacio protegido Monte Alduide.
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